Sucedió el último viernes en Alejandro Roca, al sur de Córdoba, a unos 100 km de Río Cuarto y 280 de la capital provincial. Allí, en ese campo que tantas veces traqueteó a bordo del tractor con el que supo convertir aquel peladero en tierras productivas, a los 91 años don Pedro Tomas Bovetti observó desde su casa que a unos metros estaba en marcha un John Deere muy parecido al suyo, el que había quedado arrumbado después de tantos años de uso.
Los ojos se le iluminaron y se acercó caminando despacio, la mirada fija en aquella máquina verde y amarilla que parecía nueva, con ese motor que bramaba. “Nosotros teníamos uno así”, dijo emocionado.
Ahí fue cuando le dijeron que era el de ellos, el mismo que trajo en 1967 por la tierra de la ruta 8 cuando con su compañera de toda la vida y madre de sus tres hijos Maria Angelica Oliveria (82) dejaron Ferré en la provincia de Buenos Aires (a 280 km) con la esperanza de construirse un futuro en el campo que compraron.
Aquel páramo por entonces no tenía nada, ni agua, mi árboles, ni luz, ni teléfono, apenas esa sucesión interminable de pasto puna. Llegaron con el tractor, el rastrojero, el arado y la casilla de madera, empujados por la ilusión.
En abril del 2020, más de 50 años después y que de aquel esfuerzo naciera una empresa familiar, Hernán, el mayor de los hijos, le dijo a sus hermanos Marcelo y Daniel: “Le voy a restaurarle el tractor”.
Y se lo llevó a La Carlota a Mariano Ariel Molinero, otro fierrero de ley como él, especialista en restauraciones. Y con él liderando los trabajos, pieza a pieza, detalle a detalle, le fueron dando forma a la magia de dejarlo como nuevo.
Valio la pena. Ahí están la sonrisa y las lágrimas de don Pedro para demostrarlo: los videos y las fotos de sus nietas Paulina y Josefina ya son parte también del tesoro de la familia.
“Las horas que habrá pasado papá arriba del tractor. Con esta máquina empezó todo”, dice Hernán y se despide para volver al trabajo como le enseñó su padre a puro ejemplo.(RN)