Sin la imagen “rocker” de Mau, Ricky o Lali, Soledad Pastorutti descontrola pero hasta ahí nomás. Nada de andar subiéndose a la silla de los jueces o de apretar el botón con la nariz; para ella, con una emoción acorde al rol, alcanza.
Marcos Olaguibet es de Mendoza, y alterna el skate con el micrófono. Y cuando no hace ni una cosa ni la otra, se tatúa o tatúa a otro. Hasta tiene un dibujo alusivo a La Voz Argentina en una de sus piernas.
Su interpretación de “Don’t Look Back In Anger”, de Oasis, conquistó a Lali Espósito, a Mau y Ricky, y a La Sole, en ese orden y casi en simultáneo.
Por el estilo del chico de 27 años, todo parecía indicar que se decantaría por los primeros tres, más cuando surgió una disputa por la cantidad de tatuajes. Pero ahí La Sole empezó a jugar fuerte: “Yo no tengo ninguno, soy virgen de tatuajes, así que podría ofrecer mi cuerpo”. La ocurrencia inició un momento divertido, y al límite del estilo del programa.
Siguió el tema cuando la cantante, para tratar de convencerlo, le dijo que la reina de la vendimia de su ciudad había dormido en su cama. Risas de todo tipo, y mientras Marcos preguntaba si la anécdota obedecía a “algún tipo de invitación”, Pastorutti contestó: “Por qué no”.
Mientras el resto se prendía en el juego, el concursante retrucó: “Ya somos tres o cuatro”. “Sí, felices los cuatro como la canción de Maluma”, dio por terminado el tema la jurado, demostrando que no hay debate generacional que valga a la hora de jugar de igual a igual para ver con quién se queda cada participante.